Manchas, deshidratación y arrugas. ¿Qué puede ocurrirle a tu piel en verano?

Durante el verano se incrementa considerablemente la incidencia de las radiaciones ultravioletas (UV) y con ello sus daños sobre nuestra piel. Aunque este año tengamos un verano diferente a los que estamos acostumbrados el uso de protector solar sigue siendo obligatorio si quieres cuidar tu piel. Su uso cada 3 horas en el día a día y una vez por hora si estamos expuestos a la intemperie debe ser la pauta correcta si queremos minimizar las consecuencias del daño solar crónico o fotodaño.

Entre las consecuencias que comenzamos a apreciar del daño solar, una de ellas es la impresión de tener la piel más deshidratada o reseca. Al principio, con el uso de cremas hidratantes ese aspecto va mejorando cuando llegamos al otoño, pero con el paso del tiempo cada vez es más difícil recuperar ese estado joven, dando paso a la piel fotodañada. La piel fotodañada se caracteriza por: piel seca, manchas solares, coloración amarillenta y arrugas finas al principio que se van profundizando con el paso del tiempo, dando a la piel un aspecto cada vez más envejecido y acartonado.

Antonio Fustes, médico estético de Clínicas Dorsia, recomienda:

  • Emplear durante todo el año de protector solar para prevenir el envejecimiento
  • Retirar el maquillaje todas las noches con productos gentiles para tal efecto
  • Aplicar productos hidratantes (cremas, emulsiones, serum, etc.) adecuadas a tu tipo de piel
  • Utilizar antioxidantes como la vitamina C o la conenzima Q10 o la vitamina E son buenas alternativas
  • Para la recuperación y tratamiento específico de los daños provocados por el sol una vez pasado el verano, se recomienda el uso de retinoides como el retinol

En Clínicas Dorsia, existen muchos tratamientos pensados para mejorar las consecuencias del fotodaño como: peelings de distintas intensidades según la necesidad, aplicación de vitaminas con ácido hialurónico no reticulado para reponer los nutrientes perdidos o el uso de skinboosters (ácido hialurónico de baja reticulación).

Los peelings son substancias químicas, fundamentalmente ácidos con diferentes pHs en distintas concentraciones o combinaciones que se aplican sobre la piel para producir una exfoliación de mayor o menor profundidad, para restaurar la epidermis del daño del sol y estimular la dermis para fomentar la producción de colágeno. Además, ayudan a homogenizar el tono de la piel por manchas solares menores. Y tienen como importante ventaja que han demostrado tener un poder interesante en la prevención del cáncer de piel relacionado con el daño solar.

Las vitaminas con acido hialurónico y en especial los skinboosters son muy útiles para mejorar el estado de hidratación de la piel, dan un aspecto mucho más adecuado y cuando se combinan con peelings los resultados son superiores.

El daño causado por el sol es la fuente de envejecimiento más poderosa a la que sometemos a nuestra piel. El uso de protector solar y la exposición racional al sol son las medidas más importantes que previenen este daño. Y se recomienda que, acabado el verano, los pacientes acudan una evaluación de su dermis y realicen algún tratamiento pensado para recuperar la piel de ese daño.

 

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